JAZMÍN KULLOCK

la noche espesa

05


MAR

03


ABR

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La noche espesa
Malena Low
©2021

La obra de Jazmín Kullock es una insistencia que apunta al drama y acierta. El drama, ese tipo formal de locura, tiene que ver con el impacto violento de la entrada del mundo en la artista o de la artista en el mundo, ambos deformados en el cruce. Acercarse y fundirse con las formas terribles de sentir - nada importa si son reales o simuladas - se transforma en su método. Vive dramáticamente para pintar y pinta dramáticamente para vivir. Hay un interés en perseguir el descontrol, porque en esa corrosión ella empieza a crear fantasía. En La noche espesa cada cuadro y escultura salen de un drama, y lo hacen de una manera experimental como una declaración de principios contra el aburrimiento, lo ingenuo, los buenos afectos, la tranquilidad bienintencionada de lo familiar y lo cotidiano, aquello que ya existe como domesticado. Su búsqueda es el contacto no con la diversión o el sufrimiento normativamente patologizado sino con cualquier agitación del espíritu. Es, a su modo muy personal, una pintora raramente expresionista. Unx pintorx expresionista superpone su sentimiento formal en las formas del mundo, pero ¿qué torsión extraña vuelve esa proyección sobre su propia cara?

La repetición de sí misma y sus parentescos siniestros son autoficcionales en una medida distinta a las poéticas que buscan investigar el yo en la fantasía de la multiplicidad y las posibilidades. Este es más bien un yo residual o pesadillesco, eso que queda de mí después de intentar las distintas versiones que me ayudan a circular en el mundo, en la performance social. La sensación de estas obras es algo así como el momento terrorífico en que unx se encuentra consigo mismx en el espejo del baño de una fiesta. Las distintas figuras que remiten a ella misma o que se le parecen se retrotraen a un estadío más primitivo, más elemental del contacto con la realidad. Esto da como resultado un despliegue de bebés adultxs, niñas monstruo, narcisas que se reconocen en el charco de su pis. En lo infantil está la terquedad, la obsesión, el trauma, la paranoia, los celos y la hipersexualización, todo lo contrario a la idea de inocencia que la docilidad quiere encontrar a toda costa en la niñez. En cuanto a lo natal o prenatal está la fusión con los materiales, el hecho de confundirse con la realidad circundante, no en términos de drama psicológico sino puramente físico, fascinada y perturbada por lo que supura y babea. El cuerpo, la piel, sus secreciones, todo eso forma parte de hacer cada vez mayor el contacto con esa realidad abrasiva (que en el terreno de la representación son los mismos materiales), tanto que el intento por agrandar su superficie es la prueba de que la pintura salte a la escultura, aún cuando la Jazmín escultora no deja de ser la pintora.

Desde siempre - ese es su mito de iniciación: desde siempre - Jazmín pintó sin parar, y aunque tuvo épocas y series distintas, pintó variaciones de lo mismo: la disforia de convertirse en unx humanx y el teatro que se despliega para que eso se vuelva no tanto soportable como fascinante. Todo lo que hay de escandaloso tiene su prehistoria en influencias tan arbitrarias como tiernas. Desde las muñecas de ojos gigantes del altillo terrorífico donde jugaba de chica, hasta los mismos ojos gigantes delineados de Nina Hagen durante su adolescencia y la mirada aparatosamente sensual de la Ramona de Berni. Lo escenográfico del escándalo no es pompa glamourosa o sordidez provocativa, es la torpeza emocional que hace más barullo del que quisiera al tratar de lidiar consigo misma.

La voracidad, la locura y la fantasía dramática conspiran aliadas para que la pintura siga, y la pintura sigue para hacer permanecer esa forma de vivir con el ánimo sacudido, un apetito que no predica su libertad sino su potencia monstruosa de existencia. La obra de Jazmín se encuentra mejor en lo revulsivo. A su modo, todo eso es perfecto.

Endi Ruiz
La noche espesa , Jazmin Kullock
Galería Sendros, marzo 2021

El cenicero está lleno
y el piso bardeado
del néctar barato
de las amigas.
De un taconeo empetrolado
que diagrama una ruta trunca
entre lo propio y lo común.
Amanezco en la antesala de mi 2.0
A punto de cumplir los años por última vez.
No hay resaca.
Solo un charquito de siesta deliciosa.
Fresca la tinta del manifesto mostra,
a lo Susy Shock, reivindico mi labor.
Succioné una teta.
Succioné una pajita.
Succioné un pucho.
Siempre bajo hipnosis
de algún dibujito animado
o del perfume denso,
heredado de mama,
que nunca se acaba.
Pude separar y silenciar la presión lobular
de la opresión naturalizada.
De cuando apenas se asomaba un pie curioso
por debajo del cubículo
y sonaba la cancion de excusa para volver a la pista.
Mientras pensaba por dentro,
medio en joda
medio en serio,
que donde exista un rincón
nace un derecho.
Me cuelgo con el huevito temporizador
sobre el mantel de hule pegajoso.
Countdown de un grito de guerra irreproducible.
Lo veo de lejos.
Despierta un porvenir difuso sobre mi espalda.
Me pongo en eje de viaje iniciático
para un beboteo fetén
dignisimo de un super bowl.
Entonces
me dedico una
y miro de lejos a mi reemplazo.
¿ La mirada estaba perdida o robada?
Arquitecta de mi psiquis,
el pliego anuncia que la cancel son los padres,
como los reyes magos.
Público y privado,
en mi país soñado,
son la misma cosa.
A partir de ahora:
Ya mas pilla,
con el menú en mano
y ante la duda,
todo lo que ordene
lo quiero inflamable.
Será el ocaso de la culpa,
el morbo power del sueño roto.
¡Por suerte roto!
Mientras quito el cartel de no molestar
abrazo fuerte la casa conmigo adentro.

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